Friday, January 20, 2006

Frustración castigada

Publicado originalmente el 16-02-2005 aqui


     Mi trabajo no es realmente divertido ni apasionante, vamos, una mierda como el de los demás. Por lo que muchas veces no se de que me quejo. Pero es que todos los trabajos que implican tratar con seres humanos deberían estar especialmente remunerados, porque, la gente en general, es realmente insoportable.
     A todo esto, soy el tonto que esta sentado detrás del mostrador en el aeropuerto, ese al que la gente insulta y reclama, cuando una compañía con la que no tiene nada que ver, cancela un vuelo, usa un avión averiado y provoca retrasos, o como en este caso, vende más billetes que asientos tiene el avión.
     Pongamonos en situación. Tenía unas setenta y cinco personas gritando alteradas porque les habían estafado. Un ordenador tan antiguo que en lugar de usar teclado tenía un martillito y un cincel, y un teléfono para llamar solo a números internos del aeropuerto.
     Mientras la gente aumentaba el gallinero, y algunos ya empezaban a hacer cánticos a coro (¡que organización si señor!) yo intentaba ponerme en contacto con la oficina de reclamaciones.
     - ¿Si?
     - Soy Pedro, tengo aquí 75 energúmenos montando un pitoste de cojones. ¿Tenéis pensado hacer algo?
     - Eso es culpa de la compañía, tu dales largas.
     Cojonudo, osea, que pretendía que le dijera a 75 hooligans que se metieran sus reclamaciones por el culo, y a poder ser, que les dieran vueltas. Que yo allí no les iba a solucionar nada.
     - Pero vamos a ver, ¿tendremos que hacer algo no? ¿Que coño les digo?
     - Tío, tienes via libre para actuar como te parezca. La responsabilidad no es prffff ggrrsssfffff
     Hostia que te crío al teléfono.
     - Pffdd rrgggsssssss.
     Me cago en todo. Ahora no funcionaba esta mierda. A ver, método estándar de reparación. Hostia al auricular, hostia a la base, hostia a la base con el auricular. Nada. Levanto la base, golpeo la base contra la mesa, aprieto los botones, le meto el cable de teléfono hasta el fondo (esto de meter las cosas hasta el fondo solía ayudar en temas delicados). Nada. Cagonsucalavera.
     No pasa nada. Usare el ordenador. Brillante idea, cogí el cincel, digo el teclado, y busque los vuelos con mismo destino. Ninguno. Ok. Vuelos con destino cercano con posibilidad de trasbordo. Ninguno hasta la semana que viene. Queeee bieeennnnnn. Empezaba a sentir autentica frustración.
     La gente seguía abalanzándose sobre el mostrador como si fuera la barrera de una plaza de toros y ellos los astados. Yo seguía sin hacerles ni puto caso. Pero ya no me quedaban soluciones. Así que recordé las palabras del tonto de reclamaciones: “tienes via libre para actuar como te parezca.” De puta mare tito.
     - Oiga, ¿es que esta usted sordo?
     - Lo que estoy es hasta los cojones. - Primer pasajero con una duda resuelta.
     - ¿Alguien mas tiene algún problema? - Pregunté.
     La primera fila de gañanes alterados me había oído y de la sorpresa no reaccionaban. De repente se me acerco el mas estirado de todos. Iba trajeado y engominado hasta los pelos del culo. Perfecto, este no me iba a provocar remordimientos si lo hundía en la miseria. Venia con el Marca en la mano, lectura cultural de rigor, enroscado cuan sable justiciero, y aporreo en el mostrador.
     - ¡Deme inmediatamente una solución!
     - Yo cambiaría al entrenador, porque es un inútil y no ganan ustedes pa sustos.
     - ¡Dejese de coñas marineras y contesteme!, ¿diganos algo con un poco de sentido?
     - Si por la noche te pica el culo, por la mañana te huele el dedo.
     - ¿Usted no sabe quien soy yo?
     Aquí cogí el interfono y pregunte por el altavoz:
     - Señores pasajeros tenemos aquí un pasajero que no sabe como se llama, si algún pasajero puede ayudarle, dirijase al mostrador.
     Entre las carcajadas de uno y la indignación y asombro de otros, cogí mis cosas y me largue de aquel berenjenal. Me voy a la playa, a pasear un rato...
          Añadido por petición popular
     Entre el bullicio y las caras de asombro que me hacían sentir la mujer barbuda del circo cogí mi bandolera y salí del mostrador. Sentía por dentro esa sensación de malvada victoria, aquella risa malvada se jactaba dentro de mi, era una sensación indescriptible, como cuando de crío te comías todo el chocolate a escondidas y luego ponías cara de asombro, “pero ¿ande andará?” o como cuando te cargabas algo de tu madre y ponías cerca un juguete de tu hermano menor, para que tus padres, grandes CSIs, descubrieran quien había sido. Pero esas sensaciones, suelen volverse contra uno mismo.
     Apenas había dado seis pasos, cuando me pareció oír gritar al energúmeno mayor: - ¡ A por él !
     Giré la cabeza hacía atrás iluso, y vi como la defensa de los Green Bay Packers disfrazados de pasajeros desdichados de aerolineas ijaputas se dirigían hacía mi con intención de placarme.
     Miré al frente, el touch down estaba a doce yardas, digo la puerta estaba a unos diez metros. Metí la pelota bajo el brazo, digo la bandolera y eché a correr...
     Dos fintas impecables, quiebro a la derecha, ¡Oh si nenes! ¡Me llevo la Superbowl! Entonces yo, el mejor Running Back de la liga mira a la izquierda, y observa en una fracción de segundo la ejecución perfecta de la sincronización defensiva. Una madre quitaba a su bebe del carrito, a la vez que el padre, lo impulsaba en una trayectoria perfecta de intercepción.
     Impacto. Siento como el esguince de tobillo eriza los pelos de mi pierna del dolor. Inercia. Salgo despedido comiéndome dos ceniceros, y la esquina del stand del ciego de los cupones, que se me clava partiéndome el cóccix. Rebote. Al caer rebotado sobre mi brazo, el sonoro "crack" me hace dudar entre fractura doble o triple de radio y cúbito. Fatality. El cabrón del Marca, y el resto de la defensa de los Green Bay Packers cae sobre mi.
     Esto me pasa por ir de ijoputa ... , pero aprendí la lección: “ el único hijoputa vivo, es el hijoputa rico. “

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