Friday, January 20, 2006

Paraíso (y IV)

Publicado originalmente el 20-04-2005 aqui



     Que alguien pare esta sensación. Siento que me ahogo. ¿Cómo que acabado? No puede ser. Aún no lo tenemos, aún no hemos llegado, aún no hemos terminado. Miré a Naranja, miré a Django.
     - ¿Cómo que acabado? - Dije.
     - Ya no hay más. Ni más Paraísos, ni Cielos, ni Edenes, ni nada más.
     - ¿De qué estas hablando? - Naranja estaba con la cabeza entre los dos asientos. - ¿Qué ha pasado ahí dentro?
     - Nada y de todo en un momento.
     - Pero, vamos a ver, ¿lo has encontrado? - Quería entender.
     - No, Tele, no lo he encontrado y no creo que pueda encontrarse.
     - Ya es hora de que hablemos claro, llevamos esquivándolo todo este tiempo. Tenía miedo de preguntar, no sabía si quería saberlo, pero ahora si se que quiero, ¿qué estamos buscando? ¿Qué paso? ¿Qué es todo esto? - Nunca la había visto tan seria.
     - No se ni como explicarlo.
     - ¡Habla ya joder! Explicanoslo sea lo que sea. Hemos llegado hasta aquí por algo, creo que puedes confiar en nosotros. - Estaba demasiado nervioso, se me iba a salir el corazón del pecho.
     - Empecé... - parecía que le costaba respirar, que le costaba hablar, parecía que se moría.
     - Empecé hace algo más de un año. Robé el coche y escapé. No sabía a donde ir.
     - ¿Qué pasó? ¿Por qué lo hiciste? - preguntó ella.
     - Todo y nada. La vida me descargaba mierda por todas partes, amigos perdidos, novia sin corazón, ya sabéis lo que es...

     Claro que se que es, joder, todos sabemos que es, pero, pero ¿qué buscabas? ¿qué pasó? Me quedo sin aire. El pecho se me cierra. Por favor dime que pasa. Dame las respuestas ya.
     - Después de dos días dando vueltas me puse a juguetear con el GPS y escribí “el cielo”. Salieron tres resultados. Fuí a todos.
     - ¿Para qué? - Ella parecía la única tranquila.
     - Je – Sonrió – pensé que podría encontrar a alguien allí que me diese respuestas. ¿Por qué? ¿Qué he de hacer? ¿A dónde puedo ir? - Django bajo la mirada...

     Naranja se dejó caer sobre el asiento de golpe. Tenía la mirada perdida. Parecía que acababa de ver morir a alguien, a algo tal vez. Yo seguía mirando a Django. La angustia del pecho había desaparecido. Ahora sentía comprensión, pena, melancolía. No podía ni articular palabra. No podía dejar de recordar mi vida, de verme triste, de verme sonriendo, de verme solo, de verme rodeado de amigos, pero siempre sin saber a dónde iba, sin saber que estaba haciendo.
     - Se acabaron “los cielos”, luego se acabaron “los edenes”. Llevaba 2 días enteros conduciendo. Sin parar. Con la cabeza dando vueltas sobre si volver, o irme definitivamente. Entonces os ví. A ti, plantado con tu mochila, sonriendo al borde de la carretera. Cualquiera diría que tu día a día era genial, que te comías el mundo. Luego a ella. También sonreía. Cuando estuvisteis en el coche todo cambió. Todo era más fácil, todo era mejor.
     - Pero no nos dijiste la verdad. No nos dijiste que era esto. Nos engañaste... - me sentía traicionado.
     - ¿Deciros el qué? ¿Qué no sabía a donde iba, que no sabía que estaba haciendo, qué no existía un por qué?
     - Por ejemplo – le contesté. Naranja seguía con la mirada perdida.
     - Vosotros tampoco lo teníais, tampoco lo queríais, vinisteis conmigo sin preguntar. Sois como yo, no me culpes a mi. También escapasteis de todo. - Por primera vez vi a Django enfadado.
     - Si pero nosotros no escogimos vagar por ahí buscando a sabe dios quien, pensábamos que te ayudábamos, pensábamos que hacíamos algo.
     - Pues igual que yo, pero yo no lo pensaba, yo intentaba creérmelo.
     - Eres un loco idealista, nos llevabas por ahí haciendo el imbécil sin saber donde acabaríamos ni que pasarla. Podíamos haber acabado sabe dios como. Y ni siquiera nos advertiste de lo que pasaba en realidad.
     - Ni siquiera sabíais que hacíamos y lo hacíais igual. Erais tan felices como yo teniendo un objetivo aunque en realidad no existiera. Aunque creyeras que me ayudabas tampoco sabías que hacías, pero sin embargo lo hacías. ¿Por qué seguiste en el coche? ¿Por qué no volviste a tu vida después de la bronca en aquel antro de mierda?

     Me acordé de lo que pensé, “¿por qué no?” me dije a mi mismo. Tenía razón. Yo tampoco tenia un porque en mi vida, o un que alcanzar. Y fue por eso por lo que escapé de todo. Tal vez si nunca hubiera sabido que no buscábamos nada habría sido feliz para siempre en aquel coche. Pero no podía volver la cara ante lo evidente. Tampoco en aquel coche había objetivo que alcanzar. Aquel coche era como nuestra vida, se movía por carreteras construidas por otros, para ir a donde querias ir tenias que ir por una ruta escogida por otros, en ninguno de los dos parecía haber verdadera libertad. Naranja se bajo del coche y dio un portazo.
     - Debiste habérnoslo dicho. - Dije apoyando la espalda en el asiento. Mi mirada se perdió otra vez.
     - Lo siento tío, yo no planee esta mierda, pero, no se, todo iba bien ¿sabes? Hablábamos, nos reíamos, seguíamos adelante, hasta que vi a esa tía. Me hizo recordar lo que es estar con alguien ¿sabes? Recordar lo que es tener con quien tener objetivos, con quien recorrer un camino. Uf, me dio la vuelta a la cabeza en un segundo.
     - Era guapa ¿eh? - sonreí.
     - Eso se queda corto...

     Naranja entró en el coche por mi puerta, se sentó encima de mis rodillas. Cogió el GPS y buscó algo.
     - Los dos sois medio tontos. Esto no se ha terminado y yo no pienso parar aquí. Aun tenemos mucho camino que recorrer. En la mitología griega, las preguntas se le hacían al Oráculo. Eran unas sacerdotisas que se ponían ciegas de gas que emanaba del monte de Delfos y decían paranoias. Pero por lo menos, daban respuestas, no solo besos como esa amiguita tuya. Así que, en la lista salen 4 Delfos. ¿Vamos o que?

     Nos quedamos los dos en silencio. Mirándonos. Esperando los dos a que el otro dijera algo, esperando los dos una señal, un gesto.
     - Yo no quiero volver. - Naranja dio el paso. - Quiero quedarme con vosotros.
     - Yo tampoco quiero volver. - Contesto Django, volviendo la vista al frente, y sonriendoles dije:
     - Entonces... ¿por qué no?


FIN

Paraíso (III)

Publicado originalmente el 14-03-2005 aqui


     Menuda idea irme yo solo. Joder, anda que si les llega a pasar algo. Pero es que yo tampoco podía imaginarme que aquellos tíos... si es que escogí la habitación por lo que dijo Tele... anda que si llega a pasar algo.
     - Si, estos por favor.
     Estaba en unos grandes almacenes. En la mejor tienda. Vestido de cualquier manera, pagando en efectivo. El rey del mambo. La cajera me miraba. Yo sonreía y me hacía el interesante.
     - Este, quiero este. La talla más pequeña.
     Guiño a la cajera, que aparta la vista. Me gustan las tímidas. Es hora de despertar a mis escuderos. Vuelvo hacía el coche. El mercedes estaba en medio del parking, en un rincón oscuro. Tampoco quería que les vieran durmiendo en ropa interior en el coche. A ver si íbamos a tener follón. Entré y me senté delante. Puse las bolsas en el asiento del acompañante. Tele estaba sentado atrás, dormido con la cabeza apoyada al cristal y la boca abierta. Naranja estaba echada en el sillón con la cabeza apoyada en las piernas de Tele.
     - Chicos, ¡hora de ponerse guapos! - Pegué un bocinazo.
     Les lancé las bolsas encima para despertarles y arranqué el coche. Aún quedaba un rato hasta nuestro destino.
     - Joder, ¿que haces? - Tele se despertó sobresaltado. - ¿Armani?
     - No pienso vestirme de princesita... - Naranja había abierto su bolsa también.
     - Tenéis que poneros guapos. El próximo es el Restaurante Paraíso. 5 Tenedores. - Me giré y les sonreí.

     Era curioso como aquel camino me había hecho sentir distinto. Había encontrado dos amigos. Tenía con quien hablar. Y la esperanza de encontrarlo, de tener respuesta. Supongo que ellos buscaban lo mismo que yo. Un objetivo, un algo que alcanzar. Lo que no quería pensar es en qué pasaría al terminar. Ellos no saben lo que es, y no se si quiero que lo sepan. Yo empecé esto. Robé el coche y empecé a buscar. Pero supongo que no pensé en tener compañía, tuve miedo a decirles que no vinieran. Ahora ya era tarde, eramos un equipo. Pero seguía dudando por dentro. ¿Qué pasará cuando esto acabe?
     - Aquí estamos, Restaurante El Paraíso. Bonito, ¿eh? - Naranja era mi copiloto.
     - Precioso, voy a vomitar de la emoción. - Tele estaba bastante raro hoy...
     - Acabemos rápido, tengo hambre, ¿tenéis alguna idea de como lo vamos a hacer? - Naranja se bajó del coche.
     - Improvisaré algo. - Contesté.


     El edificio parecía una mansión. Toda la planta baja estaba acristalada, y la superior tenía también ventanales, pero las cortinas no dejaban ver. Al contrario, en la baja se veían las decenas de mesas perfectamente colocadas. Un escuadrón de camareros se apostaban cada equis mesas cubriendo bien la zona. Era una maquinaria bien engrasada. El metre estaba en recepción con el típico libro de reservas. Había algún que otro sitio libre, así que supuse que nos dejarían sentarnos.
     - Buenas tardes, mesa para tres, por favor.
     - Ouí, monsieur. Sigame, pog favog.
     Me encantaba el acento francés. Sobre todo en las francesas. Me gustan mucho las francesas. Aunque no creo que sea ni por su acento ni por francesas.
     - ¿Que tienes pensado? - Preguntó Naranja al sentarnos en la mesa.
     - Lo de siempre, enterarme de donde esta el jefe. - Contesté mientras estudiaba los alrededores de nuestra mesa.
     - ¿Y crees que te lo van a decir por las buenas? - Tele me miró extrañado.
     - Claro que no, ahí entra la improvisación.
     - Monsieur, las cagtas. Les guecomiendo el pollo al´ast, c'est magnifique.
     - Muy bien, pues eso tomaremos. Tres pollos y traigame una botella de su mejor vino.
     - Ouí, monsieur. - Recogió las “cagtas” y se fue.
     - En mi vida he comido ese pollo. - Dijo Tele.
     - No creo que esta sea tampoco la ocasión. - Le contesté.

     El camarero volvía con el vino. Al llegar saqué la cartera del bolsillo, la abrí y le dije:
     - Soy el señor Django Voyeur, del A.A.I, Circulo de Críticos Culinarios. ¿Puedo preguntar donde esta el dueño?
     - O-ouí, monsieur, el señog Villalba vive en la planta supeguiog. - El camarero se puso nervioso.
     - Por favor, avisele de nuestra presencia tanto a el como al chef, que se esmere. - Me senté correctamente intentando parecer lo más estirado posible.
     - Ouí, monsieur.
     El camarero se fue dando con los tobillos en el culo mientras Naranja liberaba una carcajada que había intentado controlar y Tele me miraba con cara de mala leche.
     - Joder, podías haber intentado que las siglas coincidiesen ¿no?
     - Te dije que improvisaría, además, el francés este ni se entera seguro. - Me contagié de la risa de Naranja.
     - Mira, a tus 7 hay unas escaleras. Seguro que por ahí aparecerá nuestro amigo. - Le dije a Tele. Este se giró sobre su hombro y miró. Asintió con la cabeza.
     - El francés habrá ido a decirle que están aquí los “cguiticos” - Naranja se descojonaba de la risa.
     Al final reíamos los tres. Empezamos a hablar de cosas que nos habían pasado en restaurantes, de cenas con compañeros de clase, de banquetes de bodas de auténticos desconocidos, hasta que el camarero llegó ayudado por otros dos individuos, con nuestra comida.
     - Monsieur, tgues pollos al'ast. Lamento infogmagle de que el señog Villalba no podga atendegles debido a que no han pedido cita pgueviamente.
     El gabacho se fue, y detrás los otros dos camareros.
     - Mierda, ese cabrón no viene. Tendremos que llamar más la atención.      - Pensé en voz alta...
     - ¡Chst! ¡Camarero! - Chasqueé los dedos cómo jode que te lo hagan.
     El francés vino lanzado a la mesa, no se si por quien había dicho que era, o por haberle llamado camarero con lo culofino que era.
     - ¿Esto que es? - Pregunté señalando al plato.
     - Pollo al'ast, monsieur. - Contesto sin vacilar.
     - No. Esto es polla.
     - ¿Como?
     - ¡Qué ese chef incompetente me ha puesto polla en lugar de pollo como usted me ha dicho! - Grité. El resto del restaurante volvió la mirada hacia nosotros.
     - ¡Menuda falta de respeto! - Gritó Tele. - ¡Qué vergüenza!
     - Disculpen, disculpen, enseguida tgaegue al chef. Pog favog, no alcen la voz. - Se fue otra vez dando con los tobillos en el culo.
     De nuevo empezamos a descojonarnos, hasta que apareció él. El chef era EL chef. Dos metros y doscientos kilos de cocinero vasco, seguramente antes había sido aizkolari o algo por el estilo. Nada más verlo estaba seguro de que el mataba con las manos a los pollos, las vacas y lo que hiciera falta. Se acercó a nosotros y me espetó amenazador:
     - ¿Qué tontería es esa de la polla ni la polla ni que hostias? - Tragué saliva y conteste.
     - El camarero me ha dicho pollo al'ast, y esto es polla. Quiero un pollo como dios manda.
     - No. Tu te vas a comer el pollo y vas a decir que esta muy bueno sea pollo o sea polla. - El cabrón del cocinero tenía los huevos bien puestos.
     - No. Tu me vas a traer un pollo y te vas a meter la polla por donde te quepa. - aquí note que se le encendía la mirada.
     - Mecagoenlahostia sino te estampo de un gañafazo. O te comes la polla o el pollo o lo que hostia sea o te saco de aquí a patadas en los huevos.
     El restaurante en pleno nos miraba atónito. Estábamos en un callejón sin salida. El gañán del vasco nos iba a partir la cara y aun encima nos íbamos sin ver al jefe, así que volví a improvisar. Me subí a la mesa...
     - Damas y caballeros, soy Django Engarde del D.T.G., Agencia de Control de Enfermedades. Este restaurante esta contaminado por un brote de la bacteria tactorectalis. No es grave hasta que empiezan los vómitos de sangre, así que por favor dirijanse al hospital mas cercano en orden y manteniendo la calma.
     Las hostias empezaron en menos de lo que canta una polla, digo un gallo. La gente se abalanzaba sobre las puertas de cristal mientras los camareros intentaban cerrarles el paso, allí ni dios había pagado las púas. El gordo vasco se unió a la fiesta dando mamporrazos a las mesas y mandando sentarse a todo el mundo, incluido a mi que me bajo de la mesa de un tirón de la corbata.
     - Ve ahora, a las escaleras, corre. - Tele me levanto del suelo con el brazo y me empujó hacia las escaleras. Mientras corría hacia allí le vi subirse en una de las mesas.
     - No más de grupos de cuatro por favor, ¡y no se toquen unos a otros que salen llagas y joden que no veas! - Lo que multiplicó los empujones y el caos.

     Subí las escaleras, una puerta. Estaba abierta, menos mal. Entre en el pasillo adornado con varios cuadros. Había dos puertas, una grande que debía guardar la casa y otra pequeña, el despacho sin duda. En el hilo musical Blue Velvet. Que temazo. El tal Bobby Vinton debía de ser un autentico fiera con las chicas. Cogí una rosa de un jarrón, la olí y crucé el pasillo bailando y cantando cuan mariposón ensimismado en la canción...
     - She wants bluuuuuuue veeeeeeeelvet. - La rosa y yo llegamos a la puerta. La abrí.

     Desde dentro me miraron dos ojos azules inmensos. Estaba sentada detrás de un escritorio con mil papeles. Una coleta y unas gafas apoyadas en la nariz completaban el ángel. Me miró sobre las gafas.
     - ¿Quien eres? ¿El crítico culinario?
     - Más o menos.
     - Le dije a Jean que no te dejará subir.
     - Y el me dijo a mi que eras un señor.
     - El señor es mi padre. ¿Y se puede saber que quieres tu?
     Dos espejos de agua encerrada en cristal, una infinidad que al enfrentarla solo me hacía desear abrirme el pecho, desangrarme y morir allí. Apenas podía articular palabra, apenas podía pensar en lugar de mirarla.
     - Creo que lo único que quiero ahora mismo es casarme contigo.
     - Muy bonito, pero poco profesional. ¿Tu no eres critico verdad?
     - Y tu no eres de este planeta, ¿verdad?
     - Jajaja, vale, muy adulador. ¿Vienes a repartir algo o algo así?
     Seguía hipnotizado. ¿Por qué los ángeles eran tan bonitos? ¿Por qué la mera visión de algo tan precioso podía hacerme sentir tan extraño? Olvidar el viejo todo y pensar en un nuevo todo con ella.
     - Mira, lo siento pero tengo que trabajar. Te cambio una tarjeta de cortesía por que te vayas.
     - Y yo te cambio una rosa por un beso.
     - Pues como no la fabriques...
     Levante la mano. Se quedó atónita. Puse la flor en la mesa. Y me acerque a ella. Oí sirenas de policía. Mierda. Salí corriendo por donde había venido. Vi a Tele y Naranja.
     - ¡Por aquí! - gritó Naranja.
     Habían roto una luna y salimos por el hueco.
     - ¿Llevas carmín en la boca? - se fijó Naranja.
     - No se.

     Corrimos, subimos al coche y aceleré.
     - ¿Era él? - Pregunto Tele.
     - Era ella... - Contesté.
     - ¿Lo encontraste entonces? - Naranja se puso entre los dos asientos delanteros.
     - No. Era una chica. - Musite.
     - ¿Entonces? - Insistió el.
     - Entonces tengo que deciros una cosa. Este era el último. No hay más “Paraísos” en la lista.
     - ¿Qué? - Dijeron al unisono.
     - Se acabó.


(Continuará)

Paraíso (II)

Publicado originalmente el 04-03-2005 aqui


     No entiendo porque siempre me equivoco escogiéndolos. Una chica, un chico, gustos, aficiones, atracción, error, dolor. Siempre la misma cadena. Se repite como si fuera una canción que hay que aprenderse. ¿Tan difícil es encontrar a alguien con quien las cosas vayan bien? Bah, no quiero a un alguien, no necesito a nadie, me valgo por mi misma. Un hombre nunca puede conocer lo suficiente a una mujer, nunca puede llegar a entenderla, son demasiado simples para poder hacerlo. ¿Por qué me engaño? Los necesitamos como ellos a nosotros, pero ¿donde estará él, el único?
     Seguía mirando por la ventana, no sabía cuanto tiempo llevaba así. Django seguía al volante, tan ensimismado como yo. Y Tele, bueno, Tele parecía estar deseando decirnos algo, pero no se atrevía. Quería hablar, pero no lo hacía. Seguía mirándome por el retrovisor, como buscando que yo le devolviese la mirada para hablar, pero yo no le devolvía la mirada. Iba con dos desconocidos en un coche, acababa de escaparme de todo, no sabía a donde iba, pero estaba tranquila. Supongo que era porque teníamos un objetivo, un algo que hacer, algo que perseguíamos, aunque no supiera lo que era. Tener un “algo” que buscar me hacía estar cómoda. En mi día a día no lo tenía, no sabía que sería de mi mañana. Llevaba una vida predestinada. Otro había escogido que mis primeros veinticinco años de vida debía estudiar, y después trabajar de lo que había estudiado, para mantener una familia, unos hijos que vivirían una vida dictada por un sistema, igual que la mía. ¿Nadie más ve la ratonera?
     - Llegamos. Hotel Paraíso. - Django me saco de mi dilema.
     - ¿Vamos a pasar la noche? - Preguntó Tele.
     - Si, ¿no? Deberíamos descansar.
     - Estoy muerta, necesito una ducha. Quiero una cama ¡ya! - Les dije.
     - Pero, ¿como lo vamos a pagar? Esto es de cuatro estrellas, nos van a crujir. - Tele tenía razón.
     - Tengo que enseñaros algo. - Django nos miró a los dos y salió del coche.

     Le seguimos. Abrió el maletero mientras Tele y yo lo flanqueábamos. Cada uno a su lado miramos hacía adentro. Al abrirse el maletero vimos dentro una maleta abierta, en las dos mitades había fajos de billetes de 50 euros, muchos. Sobre uno de los montones de fajos dos pistolas negras, parecidas. Solo las había visto en películas así que no me hacía mucho a la idea lo que tener aquello suponía.
     - ¡Joder!¡Joder!¡Joder!¿Pero que coño es eso tío?¡Mierda mierda mierda mierda!... - Tele si parecía entender lo que aquello suponía.
     - Tranquilo. Venía con el coche, yo solo me limite a subirme y conducir. Cuando abrí el maletero todo eso ya estaba ahí, aún no lo he tocado, ni siquiera se usarlas. Solo las toque una vez para verlas de cerca. La buena es la que más brilla.
     - A mi ni me hables de eso, no quiero ni verlas. ¡Joder tío! Dos putas pistolas me cago en todo lo que se menea. - Tele empezó a caminar hacia el hotel.
     - Venga coge pasta y vamos para dentro. - Aquello me cogía tan por sorpresa que ni le dí importancia y seguí a Tele. Django cogió dinero y se metió la pistola “que mas brillaba” por dentro del pantalón. Yo hice que no lo había visto.

     Llegamos a recepción. Yo estaba al lado de Tele en el mostrador de recepción. El hotel era de los buenos, todo bien decorado, no faltaban detalles, se veía que allí había pasta metida. Django se acerco al mostrador y habló con el recepcionista.
     - Una habitación para tres, por favor.
     - La planta de habitaciones familiares esta cerrada por obras, puedo darles una habitación doble y una sencilla contiguas en la tercera planta.
     Django nos miró como esperando nuestra aprobación. Tele puso cara de “vale”. Yo me encogí de hombros.
     - Vale. - Dijo Django.
     Subimos en el ascensor hasta la tercera planta. El hilo musical era una de las canciones de Pulp Fiction. Pensé en bromear con la situación pero viendo que a Tele no le había sentado bien lo de las pistolas pase del tema. Llegamos a la planta. Las puertas se abrían con tarjeta. Tenían todas un tres, y después de un punto el numero de habitación. Las nuestras eran las 3.25 y 3.26. íbamos en fila Tele, yo y detrás Django.
     - A ver que hacéis esta noche, ¿eh? - Se burló Django.
     - Guardaos las bromas paridas por la testosterona antes de que me cabree. - Contesté.
     Tele no dijo nada, supongo que prefirió darme la victoria en el dialogo por incomparecencia. Al avanzar por el pasillo si habló. Señalo a una puerta con la mano y dijo:
     - Éxodo 3.14 “Yo soy el que soy”.
     - ¿Qué has dicho? - Django se paró y miro a la puerta.
     - Es una frase de la Biblia. La aprendí por una profe de filosofía que tuve que era del Opus y nos metía mas religion que filosofía en el temario. La recuerdo porque es el numero Pi. Dios dice: “Yo soy el que soy” para explicar su existencia o algo así. ¿Vamos?
     Django miró fijamente la puerta unos segundos. Pensando. Y volvió a caminar. Llegamos, nos metimos en la habitación. Tele se puso a dormir en el sofá. Yo me duche y me metí en la cama. Me quede dormida en segundos.
     - ¡Naranja despierta joder! - Tele me sacudía en la cama gritándome al oído.
     - ¿Que haces? Es de noche. - balbuceé.
     - Django no esta en su habitación, tenemos que encontrarle ¡ya!
     - ¿Crees que se ha ido? - me levanté de un salto.
     - No, peor. Estará buscando sin nosotros. Sea lo que sea lo que busca. ¡Vamos!
     - ¡Pero estoy en pijama!
     - Y yo en gayumbos. Tranquila que vas guapa. ¡Vamos!
     Me cogió de una mano y me saco al pasillo. Todo a oscuras. En silencio. Íbamos de puntillas recorriendo los pasillos, buscando en la oscuridad. En ropa interior. No se porque hacía caso a este imbécil que me llevaba en camiseta corriendo por un hotel en medio de la noche. Aunque en parte tenia razón, había que encontrarlo.
     - ¿Lo oyes? Es él.
     - Si, vamos.
     Había una habitación abierta. La luz iluminaba el pasillo. Se oía una conversación. Era Django discutiendo con alguién. Nos plantamos en la puerta. Había un gorila de dos metros mirándonos. Detrás de el, un hombre sentado en un escritorio con Django sentado en frente en una silla. Otra vez un tipo detrás de una mesa. La pistola que “brillaba” estaba en la mesa, del lado del desconocido, sobre unos pisapapeles en forma de cubos metálicos, como de acero. Pintaba mal la estampa. Django nos miró, sangraba por el labio.
     - ¡Joder! - dije.
     - ¿Son estos tus amigos? - Preguntaron desde dentro.
     - Si. - Contestó Django.
     Al instante lancé mi patada casca nueces al gorila, que detuvo el golpe con una mano como si fuera una niña de 10 años contra su hermano mayor. Me sujeto por el cuello y me estampo contra la pared de la habitación.
     - Tele... – Musite semi asfixiada.
     Tele estaba pasmado en la puerta. Inmóvil. ¡Ayudame por lo que mas quieras! Entonces Tele abrió los brazos y empezó a hacer el ruidito de un motor con la boca, como un niño pequeño. Dió una vuelta por la habitación y salio al pasillo haciendo el avión. Y desapareció. Me sentí traicionada, triste, perdida.
     - ¡Sueltala! - Dijo Django al gorila.
     Solo consiguió ganarse una colleja de su parte.
     - Entonces, veamos que yo entienda. Vienes aquí, entras en mi habitación por la fuerza, me amenazas con un arma, pretendiendo que conteste a tus preguntas y pretendías irte como si nada. Tu debes de ser tonto chaval. - El desconocido hablaba con Django.      - Bien. Tus amigos ya están aquí, así que no creo que sean ellos quien te saquen de esta. Un retrasado y una cría en bragas. ¿Estos eran los hombres armados que vendrían a buscarte? Es definitivo, eres tonto, ¿donde tienes el dinero del que hablabas?

     Es un short imbécil, no son bragas. Dios, que ganas de repartir casca nueces. Mierda ¿como vamos a salir de esta? De repente, el sonido del avión que volvía. ¿Tele? ¡Si! Entró en la habitación, haciando el avión y dio un giro en medio.
     - ¿Le meto al retrasa jefe? - preguntó el gorila.
     Tele no dio tiempo a la respuesta, cogió uno de los cubos metálicos y se lo estampó en la cabeza al gorila que cayó redondo al suelo. De la parte de atrás del gayumbo se saco la que “no brillaba” y apunto a la cabeza del desconocido que se quedó boquiabierto mirando el arma.
     - Me toca mucho los cojones que traten mal a mis amigos, payaso. - Le espetó.
     Django se levanto, cogió el arma de encima de la mesa.
     - Vámonos Naranja, este tampoco es. - Me dijo.
     Me ayudo a levantarme del suelo y salimos al pasillo corriendo.
     - ¡Vamos Tele! - Le grito mientras corríamos.
     Tele nos siguió hasta las escaleras. Bajamos como alma que lleva el diablo, salimos del hotel, subimos al coche, y salimos de allí cagando hostias. Habíamos salido de aquella. No me lo creía. Estaba sentada atrás sin aliento. Devolviendo la mirada a Tele que me miraba por el retrovisor. Se la había ganado.
     - Tendré que compraros ropa, ¿no? La he cagado un poco, así que os compensaré. Busca el siguiente Paraíso, Tele. - Django conducía mientras se pasaba la mano por el labio.
     - Si...
     - ¡Menudos cojones tienes chaval! - Le miró.
     - Tenía que sacaros de ahí. - Tele se sonrojó, como si le hubiera llamado guapo su abuela.
     - No lo digo por eso, ¡mira! - Le “disparó” con la que “no brillaba”. Sonó un “bang” metálico. Era de juguete. Tele puso cara de estar meándose en los pantalones.
     - Tío, no brilla porque es de juguete, jajaja ...
     Ahi vamos, a por el siguiente...


(Continuará)

Paraíso (I)

Publicado originalmente el 27-02-2005 aqui


     Llevaba 20 minutos sentado en aquel coche. Era un Mercedes, de los guapos. Pi pii! El GPS en el salpicadero no paraba de dar indicaciones. Me había recogido haciendo autoestop. Menos mal, porque si no no llegaba a Coruña a tiempo ni loco. El tipo del Mercedes estaba como ausente. Llevaba una chaqueta azul y una corbata mal colocada. Me hablaba a ratos, como si estuviese dándole vueltas a algo en la cabeza y yo solo fuese un adorno.
     - Oye, ¿recogemos a esa?
     Había una chica morena haciendo autoestop al borde de la carretera.
     - Por mi vale, el coche es tuyo.
     Fue reduciendo hasta parar a la altura de la chica, que nos miró como los bichos raros que debíamos parecer subidos en aquel Mercedes.
     - ¿A donde vais?
     - Vamos al Paraíso, - dije -, aunque después a mi me lleva hasta Coruña.
     - No sois de aquí, ¿verdad? - pregunto extrañada.
     - No, ¿por?
     - ¿Sabéis que es el Paraíso? - sus ojos se me clavaron.
     - No, el tiene que ir allí a no se que, pero no sabemos ni donde esta.
     - Ok. Yo me bajo antes, ya os diré. - se subió atrás y se puso el cinturón.
     - ¿Como te llamas? - pregunté para romper el hielo.
     - Naranja.
     - ¿Qué?
     - Ya lo has oído, me llamo Naranja.
     - Vale vale, este es Django, yo soy Tele.
     - ¿Y te sorprendías de mi nombre? - me miró alucinando.
     Sonreí, y volví a mirar hacia adelante.
     - ¿Y a donde vas? - pregunté.
     - Ya os lo diré, me han dicho una cosa y quiero comprobarla... - se quedó mirando por la ventanilla en silencio.

     El GPS seguía dando indicaciones. Django seguía absorto en lo suyo, y yo intentaba mirar a Naranja por el retrovisor derecho, pero aquel coche era demasiado grande y solo le veía un hombro. De repente ella rompió el silencio.
     - No deberíais ir a sitios que no sabéis que son.
     - Tengo algo que hacer allí, no me importa lo que sea. - Django habló por primera vez desde que Naranja se había subido.
     - ¡Para! - gritó ella - ¡Será cabrón!
     Django clavó el freno sorprendido. Yo me quede atónito. Antes de darme cuenta Naranja se había bajado e iba hacia una pareja. Les cogió los helados que estaban tomando y se los puso de sombrero al chico. A la tía boquiabierta, le dijo algo señalándolo a el, y volvió al coche. Tenía los ojos encendidos.
     - Ya podemos seguir.
     - ¿Pppero? - balbucee.
     - He dicho que ya podemos seguir.
     Aun no había terminado de decirlo por segunda vez, y Django ya había arrancado. Me miró, sonrió y volvió a mirar al GPS. Naranja iba atrás, seguía mirando por la ventanilla como si nada hubiera pasado.

     - Según esto, hemos llegado. - Django fue el que mató el silencio esta vez.
     - Venid, tal vez os necesite.
     Nos bajamos del coche, y fuimos hacia la puerta. Naranja me miraba como esperando a que yo le explicase que estaba pasando. Ni que yo lo supiese. El letrero del lugar era de colorines ridículos, y había un montón de posters de tías en playas paradisiacas adornando la puerta. La puerta era pequeña, de madera, y no había portero. Aun era temprano.
     - Ya se que querías decir. - Le dije a Naranja.
     Me sonrió, - Este no es la clase de sitios a los que se trae a una chica, aunque sea una desconocida. - me dijo divertida.
     Entramos, Django delante, Naranja y yo. El barman, una pelota de dos metros de alto con tatuajes de bebes en los brazos nos miró. Había tres “trabajadoras” del lugar sentadas a la barra.
     - ¿Y el jefe? - Preguntó Django.
     - Al fondo, ¿quién eres? - Contesto la pelota.
     Django ni lo miró y siguió hasta el fondo. Naranja y yo le seguimos.
     - Oye, ¡no podéis entrar ahí!
     - Ah, ¿no? - contestó Naranja.
     - ¡No! ¡Y menos con una nena! - le gritó la pelota saliendo de la barra.
     - ¿Que me has llamado? - Naranja se volvió.
     La pelota venía hacia nosotros, Naranja estaba entre la pelota y yo, pensé en ponerme en medio pero todo fue demasiado rápido para mis reflejos de cobarde.
     - Nena ¡apartate! - cada vez estaba mas cerca y yo con los pies clavados al suelo.
     - ¿Me ha llamado nena? - Naranja se volvió hacía mí, tenía la misma mirada que cuando usó los helados como peinetas.
     - Si, te ha llamado nena, y dos veces. - Empezaba a pensar que Naranja no me necesitaba...
     Y que razón tenía. Se volvió hacia la pelota, y le dio una patada en las idems que se le pusieron los ojos en blanco y cayó de rodillas maldiciendo a sabe Dios que.

     Django atravesó la puerta que ponía PRIVADO escrito con brocha sobre la propia madera. Detrás un tipejo bajito, estaba sentado sobre un sillón detrás de una mesa a cada cual más cutre.
     - ¿Eres el jefe? - preguntó.
     - ¿Quien coño te ha dejado entrar aqui? - el enano se rebotaba.
     - ¿Eres a quien busco? ¿Sabes la respuesta?
     - ¿Pero?... putos pastilleros... largate de aquí ahora mismo.
     Django pego una patada en la mesa e incrusto al enano contra su sillón. Pálido, cerro la boca.
     - No, no eres.

     Salimos de allí. Django sonrió a Naranja al ver al barman sujetándose el cerebro con las dos manos, allí de rodillas, despotricando. Nos sentamos en el coche. Django alargo la mano al GPS. Escribió “Paraíso” y le dio al botón “Nueva búsqueda”. Apareció una lista de sitios. Los cuatro primeros estaban tachados, tacho el quinto. Nos miró:
     - Bueno que, ¿venís conmigo a buscarlo?
     Un segundo de duda. Mil cosas en la cabeza.
     - Arranca. - dijo Naranja.
     Me callé, me puse el cinturón, y mire hacia adelante. ¿Por qué no?

(Continuará)

Metrosexual

Publicado originalmente el 24-02-2005 aqui


Querido diario:

     Hoy he decidido convertirme en metrosexual. ¿Qué es un metrosexual? Pues, querido diario, el metrosexual es el hombre triunfador del futuro. Básicamente es un heterosexual que usa todos los trucos de los homosexuales para, en un intento desesperado, acercarse a las mujeres. Ya sea fingir que te gusta ir de compras, vestir a lo fashion-victim, o untarte el culo de cremas para que te huela a coco. Una vez transformado en metrosexual, las mujeres empiezan a invitarte a que las acompañes de compras, a que les aconsejes potingues, o incluso a que se los extiendas por la espalda.

     ¿Por qué he tomado esta iniciativa? Pues porque creo que ya esta bien de que mi vida sexual se reduzca a rascarme las pelotas cuando me despierto por la mañana con la tienda de campaña en todo lo alto. Todo macho ibérico heterosexual masculino tiene una sola cosa en mente, las hembras, y como tal hace todo lo que puede para, en situaciones de caza o asedio, tener una posición ventajosa. La transformación es progresiva y te explicaré detalladamente lo que tienes que hacer para pasar de ser un gañán ibérico a un autentico y triunfador metrosexual.

     Paso primero: Acicalamiento corporal hasta extremos surrealistas

     Tienes que aprender que tu cuerpo es el templo supremo sobre el que centrarás toda tu vanidad. Te levantarás todos los días temprano para hacer abdominales y flexiones y así moldear tus abdominales y pectorales. Cuanto mas rectangulares sean, más atraerás a la hembra, es como si te colgaras bengalas de los pezones y el ombligo, igual, pero sin chispitas saliéndote de las tetas.

     Tienes que pelarte todo el pelo del cuerpo, sin excusas, olvidate de eso de “el del ojete no cuenta que no se ve”, da igual que no se vea, te lo pelas y punto. Ya sabes, te vas a una esteticista y que te unte en cera. Es como echarte mierda calentita por encima y arrancártela cuando esta reseca, solo que sin tener que mantener la mierda de tres días caliente para poder untartela.

     Tienes que untarte y conocer unas cien cremas distintas. Cuantas más cremas mejor, porque así tienes más posibilidades de que al hablar con una tía de potingues, ya lo hayas probado y puedas tirarte el royo. No dejes ningún recoveco sin untar, detrás de las orejas, entre los dedos de los pies, y por supuesto, el trozo ese entre el ojete y los huevos, que es el gran olvidado siempre en estas cosas.

     Tienes que cuidar tu higiene personal. Corrige tus hábitos y creencias comunes que cito a continuación. Se acabo eso de “me cambio el gayumbo cuando tiene mancha marrón por delante y por detrás”. La teoría de “si cago poco, el gayumbo no se pringa” es incorrecta. Tus axilas no te otorgan un olor personal, te hacen oler chungo. Lavarse las manos después de mear, no es de marqueses, es de sentido común.

     Paso segundo: La vestimenta.

     Piensa un minuto cuantos julais conoces. Ahora recuerda: cada vez que te cruces con ellos, fíjate en lo mas ridículo que lleven puesto, e imitalo. Es decir, llevar diadema teniendo el pelo corto, usar cinturón cuando eres tan cool que te pones el pantalón por debajo del culo o usar bolso tan pequeño que acabes llevando todo en los bolsillos como siempre, son cosas que tendrás que dejar de considerar estúpidas.

     Paso tercero: Accesorios.

     Lleva siempre un abanico en el bolso, y abanicate siempre que alguien compita contigo por las hembras, pensaran que eres maricón y no te harán la guerra, mientras que las hembras te encontraran increíblemente cool el que no te guste sudar.
     Ten siempre a mano una barra de cacao para los labios. Usar esa mariconada pringosa inservible hace que las mujeres piensen que te importa una mierda la textura que estos puedan tener cuando las besas, como si eso no fuera parte del intercambio que haces para poder jinkar.

     Lleva siempre crema hidratante de manos, y untate de vez en cuando. El mero hecho de usarla, hará que las hembras se sientan impulsadas a tocártelas y decirte lo suaves que las tienes, aunque parezcan lija de tanto morderte los padrastros.


     Una vez alcanzado todos estos puntos, lograrás tener un atractivo impensable sobre las mujeres. Seguirás siendo el mismo gañán zafio y torpe que antes, pero ahora, tu conocimiento sobre potingues saca cuartos, tu mimética en el vestir adaptándote a la imagen del julai pierde-aceite, y tu capacidad para surtir a las hembras de suministros de maquillaje, les hará sentir que están con el hombre ideal, aunque en realidad, solo estén con el mismo gañán jinkador, disfrazado de payaso.

Frustración castigada

Publicado originalmente el 16-02-2005 aqui


     Mi trabajo no es realmente divertido ni apasionante, vamos, una mierda como el de los demás. Por lo que muchas veces no se de que me quejo. Pero es que todos los trabajos que implican tratar con seres humanos deberían estar especialmente remunerados, porque, la gente en general, es realmente insoportable.
     A todo esto, soy el tonto que esta sentado detrás del mostrador en el aeropuerto, ese al que la gente insulta y reclama, cuando una compañía con la que no tiene nada que ver, cancela un vuelo, usa un avión averiado y provoca retrasos, o como en este caso, vende más billetes que asientos tiene el avión.
     Pongamonos en situación. Tenía unas setenta y cinco personas gritando alteradas porque les habían estafado. Un ordenador tan antiguo que en lugar de usar teclado tenía un martillito y un cincel, y un teléfono para llamar solo a números internos del aeropuerto.
     Mientras la gente aumentaba el gallinero, y algunos ya empezaban a hacer cánticos a coro (¡que organización si señor!) yo intentaba ponerme en contacto con la oficina de reclamaciones.
     - ¿Si?
     - Soy Pedro, tengo aquí 75 energúmenos montando un pitoste de cojones. ¿Tenéis pensado hacer algo?
     - Eso es culpa de la compañía, tu dales largas.
     Cojonudo, osea, que pretendía que le dijera a 75 hooligans que se metieran sus reclamaciones por el culo, y a poder ser, que les dieran vueltas. Que yo allí no les iba a solucionar nada.
     - Pero vamos a ver, ¿tendremos que hacer algo no? ¿Que coño les digo?
     - Tío, tienes via libre para actuar como te parezca. La responsabilidad no es prffff ggrrsssfffff
     Hostia que te crío al teléfono.
     - Pffdd rrgggsssssss.
     Me cago en todo. Ahora no funcionaba esta mierda. A ver, método estándar de reparación. Hostia al auricular, hostia a la base, hostia a la base con el auricular. Nada. Levanto la base, golpeo la base contra la mesa, aprieto los botones, le meto el cable de teléfono hasta el fondo (esto de meter las cosas hasta el fondo solía ayudar en temas delicados). Nada. Cagonsucalavera.
     No pasa nada. Usare el ordenador. Brillante idea, cogí el cincel, digo el teclado, y busque los vuelos con mismo destino. Ninguno. Ok. Vuelos con destino cercano con posibilidad de trasbordo. Ninguno hasta la semana que viene. Queeee bieeennnnnn. Empezaba a sentir autentica frustración.
     La gente seguía abalanzándose sobre el mostrador como si fuera la barrera de una plaza de toros y ellos los astados. Yo seguía sin hacerles ni puto caso. Pero ya no me quedaban soluciones. Así que recordé las palabras del tonto de reclamaciones: “tienes via libre para actuar como te parezca.” De puta mare tito.
     - Oiga, ¿es que esta usted sordo?
     - Lo que estoy es hasta los cojones. - Primer pasajero con una duda resuelta.
     - ¿Alguien mas tiene algún problema? - Pregunté.
     La primera fila de gañanes alterados me había oído y de la sorpresa no reaccionaban. De repente se me acerco el mas estirado de todos. Iba trajeado y engominado hasta los pelos del culo. Perfecto, este no me iba a provocar remordimientos si lo hundía en la miseria. Venia con el Marca en la mano, lectura cultural de rigor, enroscado cuan sable justiciero, y aporreo en el mostrador.
     - ¡Deme inmediatamente una solución!
     - Yo cambiaría al entrenador, porque es un inútil y no ganan ustedes pa sustos.
     - ¡Dejese de coñas marineras y contesteme!, ¿diganos algo con un poco de sentido?
     - Si por la noche te pica el culo, por la mañana te huele el dedo.
     - ¿Usted no sabe quien soy yo?
     Aquí cogí el interfono y pregunte por el altavoz:
     - Señores pasajeros tenemos aquí un pasajero que no sabe como se llama, si algún pasajero puede ayudarle, dirijase al mostrador.
     Entre las carcajadas de uno y la indignación y asombro de otros, cogí mis cosas y me largue de aquel berenjenal. Me voy a la playa, a pasear un rato...
          Añadido por petición popular
     Entre el bullicio y las caras de asombro que me hacían sentir la mujer barbuda del circo cogí mi bandolera y salí del mostrador. Sentía por dentro esa sensación de malvada victoria, aquella risa malvada se jactaba dentro de mi, era una sensación indescriptible, como cuando de crío te comías todo el chocolate a escondidas y luego ponías cara de asombro, “pero ¿ande andará?” o como cuando te cargabas algo de tu madre y ponías cerca un juguete de tu hermano menor, para que tus padres, grandes CSIs, descubrieran quien había sido. Pero esas sensaciones, suelen volverse contra uno mismo.
     Apenas había dado seis pasos, cuando me pareció oír gritar al energúmeno mayor: - ¡ A por él !
     Giré la cabeza hacía atrás iluso, y vi como la defensa de los Green Bay Packers disfrazados de pasajeros desdichados de aerolineas ijaputas se dirigían hacía mi con intención de placarme.
     Miré al frente, el touch down estaba a doce yardas, digo la puerta estaba a unos diez metros. Metí la pelota bajo el brazo, digo la bandolera y eché a correr...
     Dos fintas impecables, quiebro a la derecha, ¡Oh si nenes! ¡Me llevo la Superbowl! Entonces yo, el mejor Running Back de la liga mira a la izquierda, y observa en una fracción de segundo la ejecución perfecta de la sincronización defensiva. Una madre quitaba a su bebe del carrito, a la vez que el padre, lo impulsaba en una trayectoria perfecta de intercepción.
     Impacto. Siento como el esguince de tobillo eriza los pelos de mi pierna del dolor. Inercia. Salgo despedido comiéndome dos ceniceros, y la esquina del stand del ciego de los cupones, que se me clava partiéndome el cóccix. Rebote. Al caer rebotado sobre mi brazo, el sonoro "crack" me hace dudar entre fractura doble o triple de radio y cúbito. Fatality. El cabrón del Marca, y el resto de la defensa de los Green Bay Packers cae sobre mi.
     Esto me pasa por ir de ijoputa ... , pero aprendí la lección: “ el único hijoputa vivo, es el hijoputa rico. “

San Valentín

Publicado originalmente el 13-02-2005 aqui


     Mi novio siempre dice lo mismo por estas fechas. “Las mujeres no sois románticas.” Siempre tengo que aguantar la misma cantinela, una vez tras otra cuando se acerca San Valentin o alguna que otra celebración que implique alegrarse de que somos una pareja. Menuda tontería, yo me alegro todos los días no solo cuando es su cumpleaños, San Valentin o el aniversario de la primera vez que lo vi en gayumbos.
     Lo que mas rabia me da es que tiene razón en su teoría, o eso me parece. El dice que las mujeres no somos románticas, que somos el sujeto paciente del romanticismo. Somos quien recibe el acto de ser romántico y quien lo juzga como tal, pero nunca nosotras creamos el gesto romántico. Es una verdad como un mundo. Siempre quejándonos de lo sosos que son los hombres, siempre pensando en el sexo como animales, nunca diciéndonos esas tonterías que nos gustan a pesar de ser ridículas. ¿Pero cuando las decimos nosotras? ¿Nunca? ¿Alguna vez para corresponder?
     Si, jode mucho, pero el muy tonto tiene razón. Pero esta vez iba a ser diferente, le iba a sorprender. Le iba a demostrar que el juez es escogido porque sabe del arte que juzga, y le iba a demostrar que las diosas son dignas de alabanza no por ser elegidas diosas, si no por sus artes.
     Compre una caja de madera, de esas que parecen un joyero pequeñito, con un espejo en la tapa. No la envolví, no hacia falta, la caja era el envoltorio. Y me la guarde en el bolso, el famoso sitio para todo.
     Paso la noche, gran cena, me reí mucho del camarero, el pobre era divertido con las “egges”. El cabrón de mi novio se paso la noche preguntando por el queso “Paggmesano” para los canelones. Salimos, paseamos, hora de los regalos.
     -Yo primero. --Le dije.
     Me coloque, menos mal que la noche estaba despejada. Calcule el ángulo. Le puse la caja delante. Abrí la tapa. Atónito miró hacia la caja. La luz blanca de la Luna se reflejo en el espejo. La vi en sus ojos...
     -Te regalo la Luna.

Es lo que tienen las mudanzas

Publicado originalmente el 9-02-2005 aqui


     Lo más gracioso de cambiarse de casa, es que dejas de conocer de golpe y porrazo a todo vecino cuanto te rodeaba y derrepente el que era tu vecino el cansino no esta, la vecina cachonda del tercero ya no te mira con cara de superioridad y el perro de la vieja del sexto no se mea en tu puto felpudo.
     Porque claro, no puedes cambiarte de casa y arrastrar a la vieja contigo, o a la cachonda, bueno, si puedes, pero te caerían de 3 a 5 años por secuestro. El tema se complica cuando, como si no tocara ya bastante los cojones todo el tema de mudarse, se mete también la hijoputa de la burocracia. Que si cambia la dirección en el banco para que puedan seguir chupándote la sangre, que si cambia la dirección en Telefónica para que puedan seguir burlándose de tus reclamaciones, que si cambia la dirección del Club Xabarín, el Club Marca, Alcohólicos Anónimos, Contrabandistas sin Fronteras...
     Y cuando ya por fin, te crees airoso y triunfante, te dan por culo como casi siempre, y te cambian el numero de teléfono también. Aibadiós que al final me hierve la sangre y me cuezo los guebos.
     Vale, no pasa nada. Me relajo, y cambio el numero de teléfono otra vez, uno por uno, tonto oficinista por tonto oficinista, ventanilla por ventanilla, cola que te crió por cola que te parió, y listo. Ahora si, felicidad. Vuelvo a ser controlado por el sistema fascista capitalista que diría mi amigo Toniii. Pues si, pero es que aun encima, el destino tiene el detalle de descojonarse en tu cara.
     Segundo día instalado en mi nueva casa. Nueve de la mañana, suena el teléfono.
     - Mhnmnh ¿si?
     - Hola buenos días, ¿Clínica Capilar Goya?
     - ¿¿Como??
     - ¿Es la Clínica Capilar Goya?
     - No, se ha equivocado.
     - Hay lo siento, perdone, buenos días.
     Vaya tela, si que empieza bien el teléfono. Piro pa la cama. Pero cuando estoy metiendo los pies en el santuario del Estudiante Universitario, suena otra vez la bestia infernal.
     - ¿Si? --Ahora ya estaba espabilao
     - Hola buenos días, ¿Clínica Capilar Goya?
     - ¿¿Otra vez??
     - ¡Hay! Me volví a equivocar...
     - Vamos a ver, ¿a que numero llama?
     - Al 98130043.
     - La madre que me parió...
     - ¿Como?
     - Nada nada, lo siento mucho pero ese numero pertenece a un domicilio particular y no a una clínica.
     - Ah, vaya. Pues en la guia...
     - Mire lo siento, perdone, pero ese numero es mi teléfono y no una clínica. Buenos días. --Colgué
     La madre que parió a Timofonica. No me dan un numero de una clínica pa calvos. Si es que soy un desgraciao. No habrá combinaciones no, solo había un numero pa darme, si es que luego uno entiende que un americano medio se compre una recortada y se lie a tiros en un supermercado, cago en la luna.
     Pues asi tres meses. Cada mañana que al cabroncete de arriba le da la gana, llamadita preguntando por calvetes. Hasta ahora las lidiaba con arte, estilo, educación, vamos ¡un portento de habilidades comunicativas!, hasta ayer.
Ayer, se me inflaron los mellizos. No pude evitarlo, y es que uno es humano, y tiene muy mala leche...
     Otra vez a las nueve de la mañana, la hora diseñada solo por y para molestarme:
     - ¿Si?
     - Hola buenos días, ¿Clínica Capilar Goya?
     - Aquí no es, lo siento. --Ya iba a colgar
     - ¿Es la Clínica Capilar Goya?
     - Que no, señora, se ha equivocado. --Parecía una ancianita por la voz.
     - ¿Como no? Aquí en las paginas amarillas pone que si.
     - Le prometo que no-Me estaba haciendo gracia. - Que aquí no es.
     - ¿Pero ese es el 98130043?
     - Siii, pero ya no pertenece a esa clínica. --Que tierna es la edad...
     - Ah, ¿cambiaron?
     - Supongo.
     - ¿Y cual es el nuevo? --Aquí la cagó...
     - ¿Y como quiere que yo lo sepa? --Oups, algo hierve...
     - Porque ahora tienes tu el viejo.
     - Lógica aplastante señora.
     - ¿Que?
     - Que aquí no es. Buenos días.
Tardó apenas treinta segundos en volver a llamar...
     - ¿Si?
     - Hola buenos días, ¿Clínica Capilar Goya?
     - ¿Pero otra vez?
     - Hay hola chico.
     - ¿Como que hola?
     - ¿Sabes ya el numero? --Ira...
     - No. Buenos días. --Colgué otra vez, iluso de mi...
     Ni quince segundos me dio, pero no sabia donde se estaba metiendo.
     - Clínica Capilar Goya digame.
     - ¡Ay!, encontré el numero Manolo. --Dijo hacia afuera del auricular.
     - Digame, la cita para quien es, ¿para usted o para el calvo de su marido?
     - Para mi, para mi.
     - Muy bien, digame, ¿es usted un poquito calva, o calva del todo?
     - ¡Ay! pues, un poquito nada mas.
     - Pues entonces, le voy a dar un remedio casero para ahorrarle la consulta.
     - Pero yo... --Aquí le interrumpí.
     - Tiene usted que coger la guia telefónica, y arrancar nuestra pagina. Una vez hecho esto, ha usted de ir a cagar y limpiarse el culo con ella. Con la hoja de papel bien llenita de sus excrementos y lo que le quede de bello púbico, debe usted hacer una cataplasma y frotarse el cogote con ella. Deje reposar y aclare metiendo la cabeza en una oya al baño María.
     - ¿Seguro que eso es la Clínica Goya?
     - ¿Usted sabe que rima con Goya?
     - No...
     - ¡DIOS!
     Tranquilos, ahí colgué. No podía mas, me iba a dar un infarto. Deje descolgado el teléfono y me fui a sobar.

En el amor y en la guerra

Publicado originalmente el 15-01-2004 aqui


     Estabamos en guerra. Era el resultado de 8 meses de novios y 2 separados - peleados - revueltos y todo ese huracan de cosas que se desencadena. Ella por su lado con un payaso que le hacia escolta, yo por el mio con una amiga que me atacaba la cabeza lanzando trastos del tamaño de las piramides de Guizeh. Yo no estaba para bailes, pero a ella no le importaba. Tira y afloja que dicen los comentaristas deportivos.
     Y como iba a estarlo. Soy un imbecil enamoradizo que se queda pillado a las primeras de cambio y luego, a mamar del frasco. Doce putadas por hora y aun asi no hay quien me enseñe. La verdad es que me las busco cabronas.
     Sabado denoche. Uououo que marcha, lo mismo de siempre, en los mismos sitios, y con el maldito perreo quitandome las pocas ganas. Estoy con la de los trastos. Van diez veces que me dice lo que le gusta mi pelo. Yo no se en que estoy pensando. Y apuf! Entra mi ex con el payaso. Yo sonrio, normal los payasos hacen reir, por eso son payasos. Cara de asco horrible, ¡coño! ¿no estabamos en tregua? ¡hostias! La egipcia me tiene cogida una mano. La hemos cagao, con todo el equipo. Anda nena, vamonos que no me gusta el circo.

     9 am. Cagondios, a estudiar. Como no me ponga va a aprobar Bayolo. Miro el movil. SMS. Mi ex. ¡Aidedios! amarrate tio agarrate a algo.

"Vert cn otra prsona me ha dolido mucho.Me he dado cuenta de cosas.Me quedan oportunidads?Besos"

     ¡La madre que pario al gato! No te jode. Si es que tiene tela. Osea, ella por ahi con Miliki, y no pasa nada y me ve con Nefertiti y se le despierta el amor, todo huele a rosas, ha vuelto a ver nuestras fotos, ha leido mis viejos SMS, ha recordado nuestros primeros besos, ¡y un capuyo a la vela! Eso se llama ataque de cuernos de aqui a Lima. Piensa tio piensa...
     Eso es. Plan perfecto. Queda conmigo nena, tenemos que hablar. El Sitio: que sea carismatico para lo nuestro. La hora: que sugiera cita intima. Y entonces: aparezco con la esfinge. Ja! Toma putada. Se van a quedar las tuyas a la altura del betún. Vas a parecer Jaimito al lado de Hitler. Reire con maldad en mi trono oscuro para siempre.
     Que imbecil soy. ¿A quien quiero engañar? Yo no soy asi. La "sin-escrupulos" es ella no yo. Yo no puedo ni quiero hacerle daño. Si se una cosa es que no puedes matar a alguien usando su ley, porque muere creyendo que esa ley es cierta, y no aprende la leccion.

"Mira nena, aqui tienes un amigo para lo que te haga falta. Pero los "continues" son en el SuperMario."



Dedicado a la pandilla Glue Sisters. Inspirado en un poquito de cada uno de nosotros.

Nadie puede controlar eso

Publicado originalmente el 12-01-2004 aqui

     Son las cuatro de la tarde. Estoy sentado en un banco, solo tengo encima una carpeta, un folio, un boli, el movil y la cartera. Me da el sol por la espalda. Tengo ya el lomo tostao y aunque es invierno estoy calentito. El banco es comodo. Es raro, porque pensar que estos bancos estan hechos con trozos alargados de madera que independientemente serian inutiles y que unidos son comodos, por lo menos, a mi me resulta curioso. Como preguntarme porque pienso estas cosas. Soy un bicho raro supongo. Estoy sentado a un lado. Creo que al sentarme no escogí el lado, pero tal vez si. De pronto alguien ocupa el otro lado.
     - Hola! - Dice.
     Dudo, tartamudeo, y respondo:- h-hola! - El unico gesto que se me ocurre es una sonrisa nerviosa.
     Era una niña, o eso me parecia. No tendria mas de 18 años. Si yo soy un crio con 22, ella lo es con 18. ¿O tal vez no? Era linda, o como diria algun amigo mio, que se autodefine como cazatalentos en lugar de pederasta, "tenia futuro". Y ademas de futuro, tenia curiosidad.
     - ¿Que escribes? - me lanzó con toda confianza
     - Pues, creo que una carta. - las mujeres me ponen demasiado nervioso.
     - ¿A alguien especial?
     - Me da la impresion de que el mero hecho de que le escriba la hace especial. - Volví a sonreir.
     - Y, ¿se lo vas a decir? - Ahora sonreía ella.
     - ¿El que?
     - Que te gusta, ¿que va a ser? - Parecía que se burlaba de mi.
     En ese momento me quede helado. ¿Me gusta? No lo habia pensado. Creo que no. Podría gustarme claro, pero solo es una amiga. Pero, ¿hay diferencia? Si me gusta como amiga, es decir, si puede ser tan simpatica o inteligente o divertida como para ser mi amiga, ¿por que no podría gustarme? ¿Que me separaba de enamorarme de alguien? ¿La pregunta de una desconocida? No lo sabia. Y en ese segundo en que mi cabeza volo tras esa pregunta, me di cuenta de que seguramente no lo sabria nunca. No puedo dirigir eso, nadie puede. El que pueda escoger como cuando y cuanto se enamora, es que nunca lo ha estado, ni sabe lo que es.
     - No me gusta, hoy, tal vez mañana, pero entonces ya tendre tiempo para decirselo, ¿no crees? - Mi segundo de reflexion habia surtido efecto en mi.
     - No creo que debas esperar... - Miro hacia las nubes.
     - Y yo no creo que deba precipitarme. Ademas, no creo que me guste. Es una amiga. - Dudaba de lo que sabia o no sabia, mal camino...
     - ¿Y tienes muchas amigas especiales a las que escribirle? - Volvio a mirarme sonriendo.
     - ¿Como te llamas? - Casi sin dudar
     - Ana.
     - Ya tengo otra...



Escrito y dedicado especialmente a mi amiga Natalia, ya que originalmente lo pense como un e-mail para ella, sobre algo que me dijo.

Cuento de Navidad

Publicado originalmente el 20-12-2004 aqui

     El otro día caminando solo por al lado del parque, vi de lejos un gato. Era un gato normal, un gato más, o eso parecía en la distancia. Cuando me iba acercando me fije en que era la hostia de bonito. Era color arena, atigrado, y las franjas eran de varios tonos distintos de marrones, basicamente era un gato de anuncio, vamos que el tío se salía por todos lados...
     Cuando me fije, vi a otro habitante tipico de un parque, un niño. Estaba jugando con un palo a algo que se definiría entre destruir y molestar. Tambien el se fijo en el gato, pero cuando este lo vió venir puso pies en polvorosa, y se alejo dando con las patas en el culo, a no muy cerca de donde yo estaba.
     Esta es la mía, pense. Ahora lo tengo en mi trayectoria. Me acercaré sin variar el paso. Despacio, con cara de buenazo y con buenas intenciones por bandera. Con esta cara de jili feliz seguro que no fayo. Y cuando este cerquita me agacho y lo acaricio así lo veo de cerca.
     3 metros, ya estoy cerca, 2 metros, la cara de jili ha funcionado, 1 metro, sale corriendo. ¿¡Por qué!?
     ¿Es que no distinguía que yo no era como aquel niño?¡Yo era distinto!Aquel niño era la encarnación del mal y yo todo lo contrario, si hasta tenia puesta mi mejor cara de jili!!! ¿Por qué había escapado exactamente igual con los dos? No lo entendía...
     Luego me di cuenta. Yo y el niño eramos iguales. El gato lo sabía y yo no me había ni fijado. Un animal salvaje, cuya existencia pasa inadvertida era mas sabio que yo. Todos somos iguales. Si el gato hubiese dejado al niño acercarse, le habría hecho daño. Si me hubiera dejado acercarme a mi, tarde o temprano acabaría haciendole daño.
     Así funciona entre las personas también. Lloramos cuando un verdugo nos tortura, porque no nos lo merecemos. Pero después de haber visto a un verdugo hacernos daño, aprendemos, y hacemos daño nosotros a alguien que se lo merece tan poco o menos que nosotros en aquella ocasión. Y a pesar de haber sentido el dolor de ser torturado injustamente, somos capaces de hacerselo a alguien igual o peor que nosotros lo sufrimos.
     Este cuento de Navidad no es bonito, pero por desgracia es cierto. He visto mucha gente llorar de amor últimamente, más gente de la que he visto reir. Y a la vez, ellos que lloran hoy por amor, hacen daño a gente que tienen al lado, sin importarles que se sientan igual o peor que ellos cuando lloran. Y es que todos somos iguales, y todos tarde o temprano, somos verdugos.
     FELIZ NAVIDAD A TODOS!!! Si habeis leido hasta aqui, por favor, poned un comentario abajo que no cuesta un capuyo ^_^. Ahora, borrad la melancolía que os haya podido meter dentro, y seguid con la fiesta = ).



Dedicado a Euge, Eva, Ali y Carlos. Un beso chicos.
Inspirado por Alas de Barro del señor Fuckowsky.

Monday, January 09, 2006

AIAIAI MY SHARONA!!!!

Publicado originalmente el 24-11-2004 aqui

     Un día como otro cualquiera. Me siento un poco preso en casa, creo que si no fuera porque hace un frío que congela hasta los recuerdos ya habría bajado a la calle. Que cojones, bajo y punto, mas frío pasan en Rusia y no andan con gilipolleces...
     Ahi voy, mas abrigado que un regimiento checoeslovaco en practicas. Gayumbos de lana, abrigo largo, guantes y mi gorro pijo. Parezco una postal de navidad, solo que sin niños pobres ni renos homosexuales. Voy todo multimedia con mi emepetres sonando My Sharona, pero la original, la de Knack de toda la vida.
     Como podreis imaginar todos los de alma rockera no puedo evitar ponerme a tocar la Air Guitar. Una vieja se me queda mirando. Intente resistime lo juro, pero fue imposible, la mire fijamente con mi Air Guitar y le dije solo moviendo los labios MAI SHAROUNA. La cara fue un poema, y el cambio de ritmo para huir del psicopata para escojonarse.
     Sigo por la calle, en pleno solo, Air guitar a todo trapo y un mujeron se me cruza. Y digo mujeron porque lo era, con todas las partes que ello conlleva. Estuve a punto de gritar: ¡Parad el mundo que yo me bajo! Pasa a lo videoclip por delante de mi, a camara lenta, pelo al viento, caen petalos a su paso. Sonrie y me pregunta: - ¿Que escuchas?
     Congelemos la imagen. ¿Me esta hablando? ¿Se dirije a mi? ¿Ha ensuciado sus labios con terrenales palabras para lanzarmelas a mi? Un momento, reacciona! Contestale! Pero... ¿Se puede saber como puedo pronunciar el titulo de la puta cancion de manera irresistible sin parecer imbecil integral? ¿Que hago? ¿Sucumbir a mi estupidez?
     Al final me decido, dilo normal, como te salga: - Mai sharouna.
     A lo que ella contesta: - La versión de Knack ¿supongo?
     Ese "Knack" sono como si se me partiera el corazón. ¡Por el amor de dios! ¡Aun encima sabe de música! Yo ya no cabia en mi mismo. Estaba viendo nuestra boda en blanco y negro. Miles de niños correteando en nuestro jardín. Envejeciendo juntos en la casita de campo. Viendo al niño debutar en primera... y coje me guiña un ojo, se mete en un coche y se va.
     Ppppppppero ????!??! NO!!!! Ahi estaba yo, en pleno solo, y acabando de ganar, disfrutar y perder, a mi unica y verdadera, MAAAAAAAAAI SHAROUNAAAAAAA.

Mirror mode

Voy a publicar mis relatos aqui tambien para usar esta como mirror de la otra, por si ocurriese una catástrofe (¬¬U). Así que poco a poco iran apareciendo por aqui...

Thursday, March 17, 2005

Para el que caiga aqui por casualidad

Mi verdadero blog esta AQUI este es solo la consecuencia de la cuenta Blogger que me cree para poner comentarios a otros "compañeros" con Blog.
Muchas gracias por perder un segundo en visitarme ^^.

Un saludo
Tele

Thursday, December 02, 2004

Pues si yo solo queria decir...

Que George Orwell dice en su libro "Rebelión en la Granja":
En la granja habia un cartel en el que se leia...
"Todos los animales son iguales, aunque algunos son más iguales que otros."