Paraíso (y IV)
Que alguien pare esta sensación. Siento que me ahogo. ¿Cómo que acabado? No puede ser. Aún no lo tenemos, aún no hemos llegado, aún no hemos terminado. Miré a Naranja, miré a Django.
- ¿Cómo que acabado? - Dije.
- Ya no hay más. Ni más Paraísos, ni Cielos, ni Edenes, ni nada más.
- ¿De qué estas hablando? - Naranja estaba con la cabeza entre los dos asientos. - ¿Qué ha pasado ahí dentro?
- Nada y de todo en un momento.
- Pero, vamos a ver, ¿lo has encontrado? - Quería entender.
- No, Tele, no lo he encontrado y no creo que pueda encontrarse.
- Ya es hora de que hablemos claro, llevamos esquivándolo todo este tiempo. Tenía miedo de preguntar, no sabía si quería saberlo, pero ahora si se que quiero, ¿qué estamos buscando? ¿Qué paso? ¿Qué es todo esto? - Nunca la había visto tan seria.
- No se ni como explicarlo.
- ¡Habla ya joder! Explicanoslo sea lo que sea. Hemos llegado hasta aquí por algo, creo que puedes confiar en nosotros. - Estaba demasiado nervioso, se me iba a salir el corazón del pecho.
- Empecé... - parecía que le costaba respirar, que le costaba hablar, parecía que se moría.
- Empecé hace algo más de un año. Robé el coche y escapé. No sabía a donde ir.
- ¿Qué pasó? ¿Por qué lo hiciste? - preguntó ella.
- Todo y nada. La vida me descargaba mierda por todas partes, amigos perdidos, novia sin corazón, ya sabéis lo que es...
Claro que se que es, joder, todos sabemos que es, pero, pero ¿qué buscabas? ¿qué pasó? Me quedo sin aire. El pecho se me cierra. Por favor dime que pasa. Dame las respuestas ya.
- Después de dos días dando vueltas me puse a juguetear con el GPS y escribí “el cielo”. Salieron tres resultados. Fuí a todos.
- ¿Para qué? - Ella parecía la única tranquila.
- Je – Sonrió – pensé que podría encontrar a alguien allí que me diese respuestas. ¿Por qué? ¿Qué he de hacer? ¿A dónde puedo ir? - Django bajo la mirada...
Naranja se dejó caer sobre el asiento de golpe. Tenía la mirada perdida. Parecía que acababa de ver morir a alguien, a algo tal vez. Yo seguía mirando a Django. La angustia del pecho había desaparecido. Ahora sentía comprensión, pena, melancolía. No podía ni articular palabra. No podía dejar de recordar mi vida, de verme triste, de verme sonriendo, de verme solo, de verme rodeado de amigos, pero siempre sin saber a dónde iba, sin saber que estaba haciendo.
- Se acabaron “los cielos”, luego se acabaron “los edenes”. Llevaba 2 días enteros conduciendo. Sin parar. Con la cabeza dando vueltas sobre si volver, o irme definitivamente. Entonces os ví. A ti, plantado con tu mochila, sonriendo al borde de la carretera. Cualquiera diría que tu día a día era genial, que te comías el mundo. Luego a ella. También sonreía. Cuando estuvisteis en el coche todo cambió. Todo era más fácil, todo era mejor.
- Pero no nos dijiste la verdad. No nos dijiste que era esto. Nos engañaste... - me sentía traicionado.
- ¿Deciros el qué? ¿Qué no sabía a donde iba, que no sabía que estaba haciendo, qué no existía un por qué?
- Por ejemplo – le contesté. Naranja seguía con la mirada perdida.
- Vosotros tampoco lo teníais, tampoco lo queríais, vinisteis conmigo sin preguntar. Sois como yo, no me culpes a mi. También escapasteis de todo. - Por primera vez vi a Django enfadado.
- Si pero nosotros no escogimos vagar por ahí buscando a sabe dios quien, pensábamos que te ayudábamos, pensábamos que hacíamos algo.
- Pues igual que yo, pero yo no lo pensaba, yo intentaba creérmelo.
- Eres un loco idealista, nos llevabas por ahí haciendo el imbécil sin saber donde acabaríamos ni que pasarla. Podíamos haber acabado sabe dios como. Y ni siquiera nos advertiste de lo que pasaba en realidad.
- Ni siquiera sabíais que hacíamos y lo hacíais igual. Erais tan felices como yo teniendo un objetivo aunque en realidad no existiera. Aunque creyeras que me ayudabas tampoco sabías que hacías, pero sin embargo lo hacías. ¿Por qué seguiste en el coche? ¿Por qué no volviste a tu vida después de la bronca en aquel antro de mierda?
Me acordé de lo que pensé, “¿por qué no?” me dije a mi mismo. Tenía razón. Yo tampoco tenia un porque en mi vida, o un que alcanzar. Y fue por eso por lo que escapé de todo. Tal vez si nunca hubiera sabido que no buscábamos nada habría sido feliz para siempre en aquel coche. Pero no podía volver la cara ante lo evidente. Tampoco en aquel coche había objetivo que alcanzar. Aquel coche era como nuestra vida, se movía por carreteras construidas por otros, para ir a donde querias ir tenias que ir por una ruta escogida por otros, en ninguno de los dos parecía haber verdadera libertad. Naranja se bajo del coche y dio un portazo.
- Debiste habérnoslo dicho. - Dije apoyando la espalda en el asiento. Mi mirada se perdió otra vez.
- Lo siento tío, yo no planee esta mierda, pero, no se, todo iba bien ¿sabes? Hablábamos, nos reíamos, seguíamos adelante, hasta que vi a esa tía. Me hizo recordar lo que es estar con alguien ¿sabes? Recordar lo que es tener con quien tener objetivos, con quien recorrer un camino. Uf, me dio la vuelta a la cabeza en un segundo.
- Era guapa ¿eh? - sonreí.
- Eso se queda corto...
Naranja entró en el coche por mi puerta, se sentó encima de mis rodillas. Cogió el GPS y buscó algo.
- Los dos sois medio tontos. Esto no se ha terminado y yo no pienso parar aquí. Aun tenemos mucho camino que recorrer. En la mitología griega, las preguntas se le hacían al Oráculo. Eran unas sacerdotisas que se ponían ciegas de gas que emanaba del monte de Delfos y decían paranoias. Pero por lo menos, daban respuestas, no solo besos como esa amiguita tuya. Así que, en la lista salen 4 Delfos. ¿Vamos o que?
Nos quedamos los dos en silencio. Mirándonos. Esperando los dos a que el otro dijera algo, esperando los dos una señal, un gesto.
- Yo no quiero volver. - Naranja dio el paso. - Quiero quedarme con vosotros.
- Yo tampoco quiero volver. - Contesto Django, volviendo la vista al frente, y sonriendoles dije:
- Entonces... ¿por qué no?
FIN